Nací el 1 de
enero del verano,
en la primavera
de los dientes del invierno,
cuando el otoño
guardaba su ropa.
Nací apartando la
tristeza con la mano
pero no me
llegaba con la fuerza
así que se quedó
a mi lado hasta los 20.
Cuando eres niño la vida es un acontecimiento.
Cuando eres niño
y no te quieres
el mundo se vuelve
pared
y la vida un
pedazo calcado del invierno.
Era un inválido
emocional,
os juro que lo
era.
La soledad me
apuntaba con sus cañones
y no encontraba
consuelo en nada
pero corría por
si acaso hacia los brazos
de mi madre.
Ahora he crecido
y el niño que fui
aún sigue presente
en cada una de
las arrugas de mi rostro,
asoma la cabeza
cuando sonrío
y se asombra cada
vez que una persona
realiza un acto
bello.
Sé que ese niño
sufrió,
que he curado
muchas de sus heridas
y que ese niño no
debería volver
porque el adulto
es más feliz
menos frágil.
Pero algunas
tardes lo echo de menos
y entonces me
gustaría hablarle
y decirle que me
perdone
por no haberle querido algunas veces
y no haberle podido rescatar de aquella infancia
de pies planos
y calles
opuestas.
Ahora aquel niño es
este hombre.
Cuando hables
conmigo,
si puede ser,
míralo con ternura
que ya no está
pero por algún lugar
aún sigue triste
y le vendría bien
todo la calidez
que a aquellos
días les faltaba.
7 comentarios:
De niña a niño, que hemos compartido calles, parque y creo que hasta colegio, te mando un globo rojo con un cordel, un capítulo de Barrio Sésamo, y un gran abrazo apretado para que se vayan nuestros miedos y dolores más profundos y no se escapen las ilusiones y ganas de vivir. Un beso de mariposa vecino guapo.
Como siempre te digo: Perfecto, maravilloso, increíble! Gracias!
Cuanta ternura y cuanto sentimiento en este poema! Enhorabuena :)
Un abrazo desde Barcelona!!
MArwan... me fascinas.
No podemos dejar atrás lo que en otro tiempo fuimos...
Increíble.
Sin duda esto es lo mejor que he leído últimamente. Me ha encantado.
http://www.azucarycenizas.blogspot.com.es
A mis cincuenta y nueve, sigo recordando y disfrutando de lo que fui, para ser mejor de lo que soy y aprender algún día a no dejar de ser. A este niño, el olvido lo perdió en el camino de vuelta. Cuanto más niño me siento, menos me echo de menos y más feliz soy.
Un abrazo amigo desde Berlin
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