Imaginemos un prado repleto de flores. Está lleno, su belleza arrasa nuestros ojos. Pero si uno observa a un lado hay algunos cardos, maleza arrinconada, plantas que viniendo de fuera quisieran colonizar toda la extensión y que con su grisura mancharan, en parte, la mirada del que observa. Son unos pocos pero son suficientes para romper el equilibrio, el idilio entre la tierra y la naturaleza, como si en ese pedazo de cielo cubierto de ángeles y pureza se instalara un rumor oscuro en una pequeña esquina, un sentimiento desagradable que rasgara el consenso. No estoy hablando más que de dos notas discordantes dentro de una melodía sublime y de su facilidad para romperla.
Imaginemos también que esa extensión estuviera rodeada de guardianes que vigilaran que ninguna planta se saliera de la parcela marcada, que tuvieran en sus manos unas tijeras de podar, un cazamariposas para atrapar cualquier pétalo que saliera de aquel recinto, guardianes dispuesto a confiscar el viaje aéreo de cualquier diente de león, unas manos dispuestas a tachar la belleza por orden de un terrateniente alérgico a las flores.
Exactamente esto es lo que se pudo ver y lo que sucedió en Madrid en la manifestación del 25-S en las que una marea de gente pacífica, jóvenes y mayores con el polen de la esperanza en sus manos, deseando hacerla germinar, vieron roto el equilibrio por obra de unos pocos alborotadores (entre los cuales han sido identificados muchos agentes infiltrados) y de la descarga de la Unidad de Intervención Policial con su porras (¿o eran tijeras para podar la justicia?) que decidieron disolver la paz reinante y teñir de violencia lo que era un manifiesto por la libertad, la igualdad y la recuperación de una democracia en la que muchos seguimos creyendo pero que con unos dirigentes sin talla política ni formación intelectual alguna es inviable y se convierte en un sistema profundamente corrompido.
Los guardianes rápidamente
pudieron con la gente, pisaron las flores, se disolvió el encanto del paisaje con unos pocos
golpes, se esfumó la conexión que había en la naturaleza de las protestas por
orden y mandato de quien no quiere ver manifestarse a la belleza, de quien no
soporta que rompan su equilibrio, confundiendo, como dijo Serrat, lo que está
bien con lo que le conviene.
Al día siguiente en las noticias aparecían políticos y presentadores de determinadas cadenas de televisión comentando que los guardianes hicieron su trabajo cortando los brotes de esperanza y que fue necesario cortar el tallo de esas pocas flores como mal menor ya que todo el campo era maleza (menos 2 o 3 plantitas, ¿o eran hilillos de plastilina?), maleza que estaba invadiendo todas las tierras de un modo muy agresivo. Por eso fue necesario acabar con todo. Lo que no comentaron es que el polen vuela libre y que una flor pisada siempre resurge y que por muchas flores que arranquen, otros miles germinarán y volverán a llenar el campo una y otra vez, una y otra vez hasta que la primavera ocupe toda la ciudad, toda la comarca, el país entero.
3 comentarios:
Eso que vaticinas sucederá siempre y cuando siga habiendo semillas...Sólo esperemos q ese polen que vuela alto y libre ,caiga en buena tierra...
http://www.youtube.com/watch?v=bo1TBdoGCME&feature=related
No todo parece tan pacifico.. Y el heroe del bar.. a mi me parecen que los heroes son los que recibiendo botellazos.. cogen al camarero y le intentan proteger del lanzamiento de botellas
Me encantan las distintas fabulas e historias que dejan moralejas. Cada vez que puedo trato de conseguir vuelos promocionales para llegar a diferentes pueblitos y conocer a su gente y charlar con ellos para poder obtener enseñanzas para la vida
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