La crisis descansa sobre los
omóplatos de la clase obrera, curva la espalda del bienestar. Quien no aguanta
el peso de los mercados se acaba doblando más aún, termina mordiendo le polvo.
La crisis se arroja como una
bestia sobre las familias y destroza su descanso, zarpazo a zarpazo les va
despojando de los derechos conquistados a la historia. Es un animal
anticonstitucional, te quita el trabajo, te quita la casa, no todos somos
iguales ante la ley. El hecho de manifestarte te convierte en enemigo a ojos
del poder.
La crisis parte la sociedad por
la mitad y la parte de tres trozos: lo que pueden, los que apenas pueden y los
que no pueden en absoluto. Y lo cambia todo de lugar, convierte al culpable en
perdonado y hace al inocente asumir el sacrificio, le obliga a pagar por
delitos que no cometió.
También cambia el nombre de las
cosas: a la prosperidad la llama carencia, a la clase media la denomina
incógnita, al recorte de derechos lo apellida ajustes y las ayudas a los bancos
parecen ser en realidad ayudas al pueblo.
La crisis está en muchos lugares,
está en el bolso de las putas, en el monedero de las señoras de mi barrio, está
en tu familia, en los carteles de SE VENDE, en los despidos improcedentes y en
los necesarios pero su domicilio principal está en la oficinas del paro donde
hombres tristes aguardan a la palabra futuro sin saber de qué color vendrá
vestido. Donde no está la crisis es en los consejos de ministros, en las
pulseras de brillantes ni en la sonrisa del presidente de la patronal. Ahí no
la vas a ver.
La crisis tacha la cartera al
mileurista, le rebaja un veinte por ciento las bondades económicas y nos vuelve
agradecidos ante un contrato precario. Es el rey Midas, convierte un contrato
fijo en un milagro. Así es la crisis, convierte una hipoteca en una guillotina
y un sueño familiar en un desahucio.
Y resulta que nadie conoce a
nadie, que la crisis nos borra los lazos, nos deshermana, corta los cables de
la solidaridad porque el miedo a la carencia hace al hombre separarse del
hombre, lo convierte en avaro. La generosidad de repente se vuelve un artículo
de lujo que muchos no se pueden permitir.
La crisis crea menos gasto y
gastar menos crea más crisis. La crisis tiene vocación de pez que se muerde la
cola a si mismo, forma un círculo. Si seguimos su curso daremos una vuelta y
otra vuelta y otra vuelta más y no conseguiremos salir de ella.
Y es curioso que siendo una
palabra tan en boca de los diputados de nuestro país ninguno de ellos sepa
verdaderamente qué cojones significa.
2 comentarios:
Muy buenooo!!!
Qué razón, Marwan.
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