23 oct 2014

La batalla más grande del mundo

Cada vez que una madre acaricia a su hijo.
Cada vez que una persona devuelve el cambio de más que el tendero le dio equivocadamente.
En cada llamada a alguien que de verdad lo necesita.
En las manos de un enfermero que gasta los mejores años de su vida cuidando a otros que tuvieron menos suerte.
Cada vez que respiras un segundo tras un ataque frontal y no devuelves los misiles.
Cada vez que dimite avergonzado un ministro por coherencia ante un error inasumible.
Cada vez que una señora es ayudada a cruzar la calle.
En la noticia en que se dona la patente de una vacuna milagrosa que salvará de la muerte a África.
En el click del donante anónimo en la web de la ONG que confirma 12 euros al mes.
En el hombre que despierta deseando el bien en todas partes.
En la cabeza de quien respeta a quien camina por la otra orilla política, en las antípodas de su ideología.

Cada vez que esto sucede, en todos estos lugares la luz está arrinconando a la oscuridad.
Conviene acordarse de esto de vez en cuando,
porque a menudo pensamos que la vida eso sólo lo otro,
la ausencia absoluta de luz,
el egoísmo,
el agravio
y la condena.

6 comentarios:

  1. Siiiiiiiiiiiiiiiiii...eso mismo pensaba yo pero con forma de cuchillo:




    una
    batalla
    cada día


    Contra la muerte de lo intenso
    Contra el absurdo de la realidad
    Contra la irrelevancia de lo ocasional
    Contra el conformismo de la comodidad
    Contra la insensatez de mantenerse cuerdo
    Contra la tibieza de lo políticamente correcto

    Contra quienes
    se dejan morir
    sin batallar


    (No se si en este formato se verá el filo...jajaja)

    ¡¡Me encantas!!...sigue dando batalla.

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  2. La ausencia absoluta de luz... con lo sencillo que es una sonrisa, un buenos días o un simplemente: Gracias. Las que te damos a ti, por removernos por dentro.

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  3. Sí, conviene recordar la hermosura de esas batallas.
    Un saludo.

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  4. Una forma peculiar de hacer poesía, donde no importan tanto las técnicas del verso como la belleza de los hechos mundanos, ligados a la cotidianidad. Esta peculiaridad de Marwan quizás ejerza como anzuelo para el lector, creando una consabida atmósfera común. Recuerda que los pequeños detalles albergan grandes cambios. La gente, con el corazón, mueve el mundo, y Marwan lo hace con su prosa.

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